Tendrían que haber muerto. En el futuro que les había diseñado el Banco
Mundial, ése era su destino. Un porcentaje altísimo debió haber padecido
diarrea, fiebres, tristeza crónica y todo tipo de enfermedades curables.
Muchos debieron esfumarse en el olvido antes de cumplir cinco años. Muchas
tendrían que haber transpirado desnutrición por el resto de sus vidas. Ése
era su destino. Pero sus abuelos y sus abuelas, sus padres y sus madres,
tenían otros planes y el 1 de enero de 1994 los echaron a andar.
Se trata de la generación zapatista del siglo XXI, jóvenes y "jóvenas"
(dicen ellas) que no saben lo que es ser golpeados por un patrón, ni
explotados por un terrateniente, ni violadas por un finquero, ni
intercambiadas como mercancía por un mayordomo, ni humillados por un
capataz. Hombres y mujeres que, pequeñitos, caminaban al filo de la muerte
pero se negaron a ser estadística cuando sus familias y sus pueblos le
declararon la guerra al mal gobierno, al pésimo gobierno de Carlos Salinas
de Gortari.
Claro que han tenido una infancia difícil, de trabajo y esfuerzo, de
desplazamientos forzosos, persecución y acoso militar. Pero ponen mucha
atención y abren bien los ojos al oír hablar de "aquellos tiempos", de ese
pasado tan remoto y aterrador cuando, según explica la compañera Clara
Luz, "lo más doloroso" era vivir "con el patrón en la finca", atenderlo a
él, ser tratadas como animales, morirse en el parto, lavar la ropa con una
fruta, moler la masa con piedra y "aparte de ser tan pobres", también
sufrir "la humillación y el maltrato de sus maridos y sus padres" por
culpa del alcohol, porque "la vida de las mujeres antes de 1994 era muy
triste".
El Segundo Encuentro de los Pueblos Zapatistas con los Pueblos del Mundo,
realizado del 20 al 29 de julio de 2007 en Oventic, Morelia y La Realidad,
ha reunido a miles de personas para escuchar los reportes de avances,
logros y pendientes de los cinco caracoles que trabajan como tales desde
agosto de 2003. Tras apenas cuatro años de actividades se rinde un informe
de resultados y de "todo lo que falta". El informe es muy extenso. Los
tres caracoles sede -junto con los de La Garrucha y Roberto Barrios-
presentan sus ponencias en plenarias con decenas y decenas de zapatistas
sobre el templete. No hay mesas simultáneas. Las sesiones son de corrido.
Se organizan las plenarias en ocho temas por cada caracol:
1) Salud (a cargo de promotores y promotoras de salud)
2) Educación (a cargo de promotores y promotoras de educación)
3) Organización de las comunidades (a cargo de comisariados, comisariadas
y agentes municipales)
4) Trabajo colectivo (a cargo de los colectivos y las directivas locales,
regionales, municipales y de zona)
5) La lucha de las mujeres (a cargo de bases de apoyo)
6) Autonomía (a cargo de autoridades autónomas)
7) Buen gobierno (a cargo de integrantes de las Juntas de Buen Gobierno)
8) Balance del proceso de construcción de la autonomía (a cargo de
integrantes del CCRI)
Es decir que se llevan a cabo cuarenta mesas plenarias consecutivas, con
dos días de pausa para traslados. Los datos son abundantes y cualquiera
que los presenta tiene motivos de sobra para sentirse orgulloso. Después
de escuchar el reporte de los cinco caracoles sobre los distintos temas es
notoria la diferencia entre los malos gobiernos, obsesionados con el
individualismo y el lucro personal, y las prácticas autónomas y
colectivas.
1) Salud.
La combinación de bata blanca y pasamontañas es extraña, interesante,
novedosa. Así se visten los que reportan en La Realidad. De lo informado
en todos los caracoles queda claro que la salud es básica para la
autonomía; que tiene un vínculo fuerte con la educación porque depende de
que las niñas y los niños están bien educados; que aquí no hay médico ni
médica sino promotor de salud que "no atiende la enfermedad; atiende la
persona"; que en estas clínicas "lo importante es el amor. Que el paciente
le duele, también nosotros nos duele".
La información puede ser tan detallada como la que brinda el compañero
Roel cuando explica que se han fabricado "3,411 pomadas, jarabes" y otras
preparaciones que se basan en el conocimiento herbolario de sus
antepasados. O la que nos da el compa Francisco, coordinador del Hospital
Técnico de Laboratorio de Análisis Clínicos "La Primera Esperanza del
Rostro de Pedro", donde se han realizado 9 jornadas quirúrgicas con 53
operaciones de pacientes.
En todos los caracoles se explican los avances en planificación familiar y
prevención de enfermedades de transmisión sexual y se presentan en cascada
los resultados del trabajo de hueseros, parteras y promotores de salud
mental que, afirman ellos, "nos está sirviendo para atender el alma y la
mente de nuestras bases de apoyo". Todas y todos reconocen que, a pesar de
los avances, no hay suficientes recursos "para darle más mejoramiento" a
los pueblos, pues todavía hay desnutrición, falta agua potable y es
necesario ampliar el sistema de vacunación. Pero quienes conocieron estas
comunidades hace más de una década saben que las condiciones sanitarias y
de higiene para sus habitantes han mejorado sustancialmente.
2) Educación.
Las comunidades zapatistas practican una educación que exalta "los valores
del ser, no del tener", que fomenta el "amor al conocimiento" y no es
ajena a la lucha de los pueblos por mejorar sus condiciones de vida.
"Educación verdadera", la llaman en todos los caracoles. Con ella, afirman
estar cumpliendo una parte de lo firmado en San Andrés Sakamchén (en 1996)
con el mal gobierno federal, cuyas escuelas educan con miedo. Aquí,
afirman promotores y promotoras, no se educa con miedo porque "el miedo es
la negación de la democracia. La democracia es la hija de la libertad y su
sobrino es la justicia". Y aquí se enseña la democracia y la justicia. No
el miedo.
Las materias básicas son lenguas, matemáticas, historia, vida y medio
ambiente y, por último, integración, donde se junta el conocimiento de las
cuatro áreas. Y como "la revolución es una escuela para la vida", quienes
estudiaron en la primera y segunda generaciones hoy son promotores y
promotoras de educación. También son autoridades, o reporteros y
reporteras autónomas que dan vida a Radio Insurgente, la voz de los sin
voz, y de otra radio que pronto saldrá al aire.
Esta otra educación valora lo que las sociedades neoliberales desechan.
Aquí hay encuentros de ancianas y ancianos, de niñas y niños. Se califica
a los estudiantes pero nadie reprueba. Ningún estudiante parece interesado
en inflamar su cerebro hasta saturarlo de datos para cotizarse mejor en un
mercado. Los alumnos y las alumnas de las escuelas autónomas zapatistas
"son los futuros continuadores de la lucha". Nos hablan de los CCETAZ
(siglas para Centro Cultural de Educación Tecnológica Autónoma Zapatista)
y nos anuncian lo que sigue, lo que seguramente viene porque ya lo
soñaron: la Universidad. Esta educación autónoma que busca "la acción
transformadora de la sociedad" desde lo colectivo ya está mirando el
horizonte donde se impartan ciencias y humanidades. Nos lo está avisando
un muchacho que asegura: "Soñamos de algún día tener una universidad
totalmente autónoma... Y no daremos ni un paso atrás".
3) Organización de las comunidades.
Comisariadas, comisariados y agentes municipales nos hablan del pasado:
"nuestros ancianos y ancianas" cuentan que "en aquellos tiempos", cuando
el gobierno oficial los tenía controlados, "sufrieron bastante para vivir
en esta tierra" porque eran como esclavos. Y "por estos trabajos forzados,
por esta esclavitud, algunos lloraron". Pero "pasaron los años, pasaron
los días" y llegó el ¡Ya Basta!, y llegó el ’94, y las tierras fueron
recuperadas y se ejerció el derecho a la tierra. El compañero Franco
aclara: "No la quitamos las tierras. Las recuperamos" porque, como bien
decían los primeros zapatistas, los de hace cien años, la tierra debe ser
de quienes la trabajan. Y hoy, aquí, es colectiva.
En cuanto a impartición de la otra justicia hay muchas preguntas del
público al final de las sesiones. Para delitos graves, se aplica el
reglamento. En las sanciones, no se maneja dinero sino castigos de trabajo
colectivo en beneficio del pueblo. La gravedad del castigo depende de la
gravedad del delito y de la circunstancia. Las autoridades explican que,
en realidad, fungen como mediadoras y consejeras para que las partes
involucradas en el problema "hagan la justicia". Y luego aclaran: "No
hacemos tortura ni negociamos con dinero", "no favorecemos a nadie". A
pregunta expresa de cómo se castiga la borrachera, una agente municipal
nos dice: la primera vez, con 24 horas de cárcel y 2 días de trabajo. La
segunda vez, 24 horas de cárcel y 4 días de trabajo. La tercera vez, 24
horas de cárcel y 6 días de trabajo. La cuarta vez ya se le cita en el
municipio. Lo mismo con intentos de violación, robos y otros delitos
graves. Una compañera encargada de la Comisión de Honor y Justicia resume
el sentir de todas las mesas: "Ahí estamos aprendiendo también nosotros
cómo se hace la justicia".
4) Trabajo colectivo.
Entre las mujeres hay colectivo de pan "para algunas fiestecitas",
colectivo de velas para el día de muertos y otras celebraciones, colectivo
de frijol donde todas cortan la semilla y reparten parejo porque "nadie le
va a tocar más; nadie le va a tocar menos". Hay también colectivos de
pollos, de gallinas, de borregos, de hortalizas, de artesanías. Según
explica Isabel, base de apoyo y coordinadora de trabajos colectivos, a
veces las autoridades no tienen dinero y hay que aportar. Además, estos
trabajos son ejemplo para sus hijos, para sus "futuros", para que no digan
que ellas no sirvieron para nada.
Los compañeros explican a detalle las bases del otro comercio. Se usan
abonos orgánicos, bioinsecticidas naturales. El café ya es totalmente
orgánico. El trabajo colectivo de la zona norte presenta su informe de
toneladas cosechadas este año: 100 de maíz, 24 de frijol, 88 de café, 14
de plátano, 1 de chile. Además, hay 1,800 cabezas de ganado. Pero los
problemas continúan porque "el mal gobierno no nos deja exportar nuestros
productos. Nos acapara".
Una grata sorpresa para todas y todos los asistentes es el transporte
vehicular autónomo que "ya no depende del mal gobierno". El traslado de un
caracol a otro se realiza en varios camiones de redilas manejados y
administrados por zapatistas. En el trayecto hacia La Realidad, los
mototaxis que tanta presión están recibiendo de parte de los adinerados se
exhiben orgullosos en Las Margaritas. Sus logros responden a un trabajo
colectivo y organizado donde, como ellos mismos afirman, "nos dirigimos
solos; nos gobernamos solos; vivimos en libertad".
5) Lucha de las mujeres.
Las mujeres en Morelia abren la mesa entonando una canción que nos unifica
y exhorta a luchar juntas. Esmeralda narra lo que se vivía antes del ’94:
no tenían derecho a participar y sus familiares no querían que salieran.
Decían que iban a conseguir marido. No decidían, no opinaban. En otra
mesa, Yoana cuenta cómo eran humilladas las mujeres antes de 1994: "Sólo
los hombres dan sus opiniones... Caminamos en la oscuridad". Las cinco mesas
de mujeres coinciden en que antes del levantamiento armado no conocían sus
derechos, no sabían que los tenían, nadie les había explicado cuánto valen
como personas. Pero hoy que lo saben abarcan todos los ámbitos de la lucha
zapatista y, apoyadas en la Ley Revolucionaria de Mujeres, presentan sus
informes de trabajo no sólo en la mesa de mujeres sino en todas. Su
presencia en los templetes es notoria. De por sí, entre las asistentes de
varios continentes, parece haber más mujeres que hombres. Sus voces logran
lo que no hemos logrado las urbanas: atravesar cada uno de los temas.
Todas nos dicen que si hace unos años el mal gobierno y el capitalismo
nublaban la mente de sus compañeros y les hacían creer que no servían para
nada, hoy ellas educan a sus compañeros y ocupan todos los cargos. El
alcoholismo les provocaba "el más triste sufrimiento" porque además de ser
golpeadas tenían que ir a recoger a sus esposos en los caminos. Las
casaban por la fuerza a los 11 ó 12 años y lo peor era que, además de
aguantar la violencia de sus padres y maridos, tenían que aguantar a los
patrones. Pero eso y la vergüenza de hablar han quedado atrás. Orquídea
reseña la historia de su lucha. Nos dice que "las mujeres demostramos el
valor gracias a la compañera Comandanta Ramona que nos heredó este
derecho". Explica que las zapatistas han estado a partes iguales en todas
las actividades políticas, en todas las marchas, en las movilizaciones.
Dice que hablaron en el Congreso de la Unión (2001) para exigir el respeto
a sus derechos. Otra compañera recuerda el trabajo de Susana. Otra nos
explica: "no sólo luchamos por nosotras que estamos en Chiapas, sino que
vamos a luchar por todo el mundo".
Aunque todas reconocen que falta mucho, Elodia no deja lugar para la
nostalgia cuando señala: "Ya no estén pensando de la vida que ya pasamos,
que era tan triste... porque hemos tenido ya gran avance". Y Elsie, de la
Junta de Buen Gobierno "Hacia la Esperanza", es una de las más
contundentes: "gracias a nosotras las mujeres existe la humanidad. Aunque
mala, pero existe".
6) Autonomía.
Una compañera que habla en su lengua es traducida por otra compañera para
platicarnos cómo "sufrieron mucho sus papaces". Nos cuenta lo que
padecieron las cocineras en las fincas de los patrones. Otro compañero,
también en su lengua y también traducido, cuenta lo que él vivió antes del
’94. Dice que, "en ese tiempo", pasaban días sin comer y agrega: vivíamos
"sin zapatos. No conocíamos qué cosa es zapatos". Los patrones nunca les
daban dinero. Les pagaban en especie: 3 días de trabajo por una tacita de
sal, 3 días de trabajo por una penca de plátano. Se trabajaba de 5 a 5 y
"era un grande sufrimiento". Sí, está hablando de hace apenas quince años,
de lo que todavía hoy se vive en muchas partes de nuestro país, aunque
aquí ya es pasado.
Primero fueron los españoles con la conquista, luego los terratenientes
con las fincas, pero afirman quienes hablan que "la raíz de nuestros
antepasados está viva", y de ahí surgió la necesidad de la autonomía. Las
comisiones de tierra y territorio no permiten la tala salvaje de árboles.
Protegen manantiales, ríos, arroyos. En las cinco mesas se afirma que
falta mucho trabajo, pero también se sabe que no se ha recibido ni un
centavo de ningún gobierno.
En cuanto a los apoyos que ha dado la sociedad civil, siempre hay una
palabra amable que agradece, pero queda muy claro que de cualquier manera
el zapatismo seguirá luchando. Nos lo dice un compañero: "Nosotros y
nosotras, con sus apoyos y sin sus apoyos, la vamos a hacer". Flota en el
ambiente la conciencia de que la autonomía es una chinga, pues "si no lo
hacemos nosotros, no hay nadie que lo va a venir a hacer por nosotros".
7) Buen gobierno.
Para las Juntas de Buen Gobierno (JBG), la ley son los Acuerdos de San
Andrés Sakamchén que traicionaron todos los legisladores mexicanos. En el
informe de sus responsabilidades, las autoridades de los caracoles
explican sus funciones. Nos dicen que si la JBG tiene una propuesta, ésta
se pasa al municipio y al pueblo a ver si la aprueban, y viceversa. Su
trabajo "es velar a que la autonomía funcione". A veces tienen que caminar
durante horas para visitar las comunidades donde algún problema requiere
su presencia. Es en esta mesa donde escuchamos reportes de agravios y
amenazas de desalojo por parte de grupos paramilitares, como la que pesa
sobre la comunidad 24 de Diciembre.
Hay, además, un grupo de compañeros y compañeras que vigilan el trabajo de
las juntas. Es por ello que cuando alguna autoridad no hace bien su
trabajo, se le enseña mejor o de plano se le sustituye. Todas las
responsabilidades son colectivas. Los cargos son rotativos. No se atiende
sólo a zapatistas. Aquí se hace justicia "parejo a alguien que cae en
error, pobres o ricos". Cada año tienen que dar un informe de todo lo que
han hecho. Las JBG se coordinan con los cientos de pueblos que hay a nivel
zona y procuran que exista un equilibrio entre todos los caracoles. Sobre
los requisitos para ser autoridad sólo hay que tener "conciencia, amor al
pueblo, unidad, compañerismo, ser dignos y rebeldes" y no aspirar a
recibir ningún salario. No se requiere ningún "título".
8) Balance del proceso de construcción de la autonomía.
El comandante Moisés, que habla con el permiso de los caídos, explica cómo
se han cumplido los Acuerdos de San Andrés y asegura que, como el gobierno
no cumplió, los zapatistas no necesitaron su permiso para cumplir. Luego
nos exhorta a no ponernos tristes por los que murieron porque "ni la
muerte destruye la idea" y "es el fruto de su trabajo que estamos viendo".
En las cinco mesas donde se realizó un balance de 13 años de lucha se
señala que el mal gobierno no les dejó otro camino a estas comunidades que
no fuera el de la guerra. De los sufrimientos vividos antes del ’94 se
asegura que "estos pueblos y estas tierras no van a olvidar". A partir del
inicio de los diálogos, cada presentador coincide en que lo único que se
ha obtenido de los gobiernos local y federal son mentiras, asesinatos,
traiciones.
Es en este punto donde más se profundiza en lo que falta, en los problemas
y los obstáculos que aún es necesario vencer. Aunque también queda muy
claro que todas las áreas de trabajo están vinculadas con las 13 demandas
que conocimos tras el alzamiento. Quienes venimos de grandes ciudades
sabemos muy poco de compañerismo, unión, disciplina y de planes que se
trazan sin la obsesión angustiante de la falta de dinero y destino.
Sabemos poco de buen gobierno. Vivimos con el malo. Hace trece años oímos
hablar de sueños: techo, tierra, trabajo, salud, alimentación, educación,
independencia, democracia, libertad, justicia, cultura, información y paz.
Aquí, las trece demandas (10 originales del zapatismo, 3 nacidas de su
fusión con la sociedad civil) se consolidan y ya huelen a realidad.
Rumbo a lo que sigue
Tendrían que haber vivido. Son los caídos y las caídas a partir de 1994.
Con su sangre fue recuperada la tierra. Las comunidades zapatistas les
rinden homenaje permanente por medio del trabajo y la lucha pues ellas y
ellos "lo vivieron mucho su sufrimiento" y gracias a ellas, gracias a
ellos "estamos aquí". Además, "ellos quisieron esta vida de unidad" pero
no pudieron verla porque los asesinó el mal gobierno. Es por eso que los
que aún están no detienen su trabajo.
De pronto se tiene la sensación de hallarse fuera del tiempo, lejos del
espacio. Se puede pasar de un tema a otro, de un caracol a otro y de un
estado de ánimo a otro como si nada con la ayudadita de un clima que ha
sido como amor de hombre: a ratos dulce, a ratos cruel, intempestivo
siempre. En el caracol de Morelia se escuchan testimonios de lucha de
compañeros y compañeras de Indonesia, Brasil, Corea, Tailandia, Canadá,
India y Estados Unidos durante más de cuatro horas. Ellos también tienen
sus muertos, sus muertas. Reunidos en el auditorio, centenares de
zapatistas escuchan, además, un poema del compañero Patipán en Tailandés:
"cuando salga el nuevo sol, nosotros los pueblos tendremos el dominio
sobre nuestras tierras". También, la hermosa voz de Kalissa que, nacida en
Canadá, vive en un rancho solita con su padre y les canta a sus "Colinas
de Salvación", de donde nadie podrá arrancarla. Poco después, en el mismo
auditorio, suenan los nombres de "los asesinos de nuestros abuelos":
Héctor Albores, Antonio Nájera, Absalón Castellanos, Catalina Paradas.
Cuando le toca el turno al caracol de Roberto Barrios se hace evidente que
las presiones militares y paramilitares no cesan. Una compañera presenta
la lista de denuncias de lo que han soportado a lo largo de este año: la
quema de viviendas por parte de Paz y Justicia, desalojos y torturas en
agosto de 2006, problemas con un predio de choles de Tumbalá, compañeros
presos, la muerte el 13 de noviembre de 2006 de cinco personas en Viejo
Velasco (cuatro compañeros y un atacante). Siete personas desaparecidas.
Seis personas con órdenes de aprehensión: 2 bases de apoyo, 2 de Xi’ Nich
y 2 de Viejo Velasco. Amenazas de desalojo en Akabalná, en La Paz. La
lista es grande. El auditorio escucha en silencio. La compañera termina su
intervención: "que cada quien haga lo que le corresponda".
En otro momento, Ageo nos cuenta "su tiempo de historia" y señala
orgulloso que hace ya 21 años que dejaron de abrir caminos reales como
ordenaban los patrones, esto "gracias a los insurgentes que en 1983"
vinieron para continuar la preparación de los pueblos, en aquellos días en
que "la gente era tan humilde. Era obediente. Era otra generación". Por su
parte, el comandante Brus Li habla muy en serio cuando nos invita a "tomar
el destino de la historia". La forma en que la organización zapatista está
desmoronando los cimientos de las prácticas capitalistas de explotación y
despojo en estas tierras no es ningún chiste.
Y quizá porque nos acompañan nuestros muertos y nuestras muertas, nos
sentimos bien vivos. En este extraño evento ocurren cosas extrañas: en La
Realidad bailamos una cumbia llamada "Los Tres Asesinos", dedicada a
Vicente Fox, Enrique Peña Nieto y Ulises Ruiz, faltaba más. En la clausura
de los trabajos en Morelia hacemos aeróbicos masivos bajo la dirección del
comandante Zebedeo. Aquí es obvio que "reventón" y "cultura" son palabras
sinónimas. En un escenario altísimo, tan alto que no alcanza a ser
retratado por nuestras cámaras sin telefoto, cada noche hay obras de
teatro sobre educación verdadera, problemática de género y avances en el
manejo grupal del Tae Kwon Do. En cualquier lado, por las noches se
proyectan películas sobre Atenco y Oaxaca en un montaje que podría parecer
el Cinema Paradiso si no fuera porque recoge tanta rabia, tanto grito,
tanta represión.
Una noche, el Subcomandante Marcos se presenta con varias niñas y niños
que inflan globos y cargan cubetitas de agua mientras él narra el cuento
de la piedra que quiso ser nube, escrito en colectivo. Por supuesto, no
muy se entiende. Luego, como cada noche, viene el baile. El que ya ha sido
considerado como "himno" de este Segundo Encuentro, la inolvidable
tonadita de "Cama, cama, camaleón. Yo soy el Camaleón" ha sido
transformada en hard punk por el Andy, el Gato y el Jorge para ser cantada
como "Rebe, rebe, rebelión. Viva la rebelión". En otras palabras: parece
un encuentro común entre zapatistas y sociedades civiles. Pero no lo es.
El grado de compromiso adquirido al suscribir la Sexta Declaración de la
Selva Lacandona hace que todo adquiera un matiz diferente. Nuestros
muertos, como Alexis, también caminan por estas montañas. Nuestras
compañeras violadas siguen en la cárcel mientras sus violadores están
libres. Nuestras presas y nuestros presos duermen lejos de aquí.
En La Realidad, la clausura llega con la luna llena, descrita por el Sub
como luz rescatada de la que se le cayó al sol. Vuelven a aparecer las
muertas, los caídos, los vigilantes. El Teniente Coronel Insurgente Moisés
nos recuerda nuestras responsabilidades y comenta que el Subcomandante
Pedro y la Comandanta Ramona están presentes, vigilándonos, cuidando.
Pensamos que sólo nos queda volver a reunirnos en Sonora, en octubre. Pero
entonces Everilda nos despide y nos sorprende. Ya la habíamos escuchado en
la mesa de mujeres cuando dijo: "Exigimos a todos los hombres del mundo"
que nos respeten "porque un México sin mujeres no sería México, y un mundo
sin mujeres tampoco sería mundo". Ahora nos invita a volver a reunirnos en
el Tercer Encuentro de los Pueblos Zapatistas con los Pueblos del Mundo el
próximo mes de diciembre. Sólo que, esta vez, en el encuentro sólo se
escucharán voces de mujeres. Los hombres pueden asistir, claro, "pero
calladitos" para apoyar en la logística. La candidata a comandanta nos
informa dónde y cuándo será la cita: tentativamente, el caracol de La
Garrucha. Llegada: 28 de diciembre de 2007. Tres días de trabajo (29, 30 y
31 de diciembre) y luego la conmemoración del alzamiento zapatista (1 de
enero). Regreso: 2 de enero de 2008. El encuentro llevará el nombre de
quien más orgullosa estará: Comandanta Ramona.
En el desierto de injusticia, miseria y abusos que es el campo en nuestra
patria, estas comunidades rebeldes parecen más oasis que caracoles.
Nosotras, nosotros, partimos sabiendo que aquí los sueños se cumplen con
trabajo y por eso están de pie, caminando con firmeza.
Eugenia Gutiérrez