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Los anarquistas y el 15M: reflexiones y propuestas (1)
Artículo puesto en línea el 4 de junio de 2011

Este texto está escrito en Madrid, por lo que muchas de las descripciones y reflexiones pueden no ajustarse a la realidad de otras localidades, especialmente dada la heterogeneidad del movimiento 15M. Aun así, pensamos que puede resultar útil como punto de partida para la reflexión a todos los compañerxs que se están implicando en las asambleas, independientemente del sitio. El texto ha sido redactado y corregido precipitadamente para que estuviese disponible antes de la convocatoria de asambleas de barrios y pueblos del 28 de mayo. Tenedlo en cuenta a la hora de leerlo y disculpad las meteduras de pata que pueda tener.

Algunxs anarquistas madrileñxs

0. Unas palabras para empezar...

Dejemos las cosas claras. Lxs que firmamos este texto somos anarquistas, comunistas antiautoritarios, anticapitalistas o la etiqueta que más os guste. Es decir, estamos por la abolición del trabajo asalariado y el capital, la destrucción del estado y su sustitución por nuevas formas horizontales y fraternales de vivir en común. Creemos que los medios para conseguirlo deben ser lo más coherentes posible con los fines que buscan y, por tanto, estamos contra la participación en instituciones, contra los partidos políticos (parlamentarios o no) y las organizaciones jerárquicas, y apostamos por una política basada en el asamblearismo, la solidaridad, el apoyo mutuo, la acción directa, etc. Porque estamos convencidos que estos medios son los más eficaces para llevarnos a la revolución. Si decimos esto es para eliminar cualquier suspicacia y marcar las líneas sobre las que queremos que se mueva esta contribución. Ahora bien, el que estemos por una revolución social que destruya el capitalismo, el estado y que suponga la abolición de las clases sociales (y de tantas otras cosas), no significa que pensemos que esto puede ocurrir a corto plazo, de la noche a la mañana. Lo que hemos planteado aquí son fines, es decir, situaciones a las que, con suerte, llegaremos tras un largo recorrido y un desarrollo considerable del movimiento revolucionario. Pensar lo contrario no es que sea utópico, es un ejercicio de delirio y ensoñación inmediatista. Un planteamiento revolucionario debe plasmarse en una estrategia a corto plazo, en una serie de propuestas para intervenir en la realidad que nos acerquen a situaciones en las que estén en juego cuestiones como la abolición del trabajo asalariado, la instauración del comunismo libertario, la revolución social... cuestiones que hoy en día, obviamente, no están, ni de lejos, sobre la mesa.

Esta intervención no puede limitarse a repetir machaconamente la rabiosa necesidad de revolución y de abolir el estado y el capital. Ser anarquista no significa ser un chapas que persigue a los demás repitiendo una y otra vez lo malo que es el estado y lo buena que es la anarquía. Y sin embargo, a raíz del movimiento 15-M, en los últimos días hemos leído por internet textos y comentarios cercanos al delirio inmediatista y, lo que es peor, hemos oído de compañerxs y amigxs posiciones que resbalan hacia el abismo del anarco-chapismo, que, con toda su buena intención, se atrapan en el maximalismo de las consignas grandiosas, de las propuestas a largo plazo, etc. Sabemos bien de lo que hablamos, todxs nosotrxs hemos estado en dichas situaciones y, lo que es peor, hemos contribuido en muchas ocasiones a su extensión. Dejemos claro también que este texto tiene tanto de crítica como de autocrítica, y que nos sirve, ante todo, para tratar de no caer nosotrxs mismxs también en dichas trampas. Para ir acabando, hay que tener en cuenta que este texto ha sido escrito deprisa y corriendo, al ritmo que marcan los acontecimientos, con el objetivo de que saliese antes del día 28, cuando se han convocado las Asambleas Populares en diferentes barrios y pueblos de Madrid, así que no os extrañe que en algunos puntos se note la precipitación y la urgencia. No damos para más.

En resumen, este texto pretende ser una reflexión y una propuesta para romper con el impasse en el que hemos estado anclados mucho tiempo, para deshacernos de lastres que muchxs arrastramos y nos
inmovilizan. Es, en el fondo, una reflexión para intentar aclararnos en qué manera podemos aportar y participar en lo que ocurre a nuestro alrededor.

1. El Movimiento 15-M: coordenadas básicas

Y lo que ocurre a nuestro alrededor es, obviamente, el llamado movimiento 15-M, que en la última semana ha irrumpido como un elefante en la cacharrería en la política nacional. Nos guste o no, y lo queramos o no, el movimiento 15-M ha roto todas las expectativas y ha sorprendido a todo el mundo: policía, políticos, periodistas, convocantes, gente corriente, ciudadanistas, izquierdistas y, por supuesto, a los anarquistas. En primera instancia todo el mundo se quedó en fuera de juego y, a partir de ahí, todo ha sido una serie de intentos más o menos afortunados de tomar posiciones frente a o dentro del 15-M. No vamos a entrar a analizar sus causas o a repasar las diferentes teorías conspiranoicas o intoxicaciones que han surgido a su estela; no es importante para lo que queremos decir. Vamos a tratar de aportar lo que entendemos que son las coordenadas básicas en las que se mueve eso que llamamos movimiento 15-M o, al menos, las más importantes para ver si es posible (y en ese caso cómo) una participación anarquista o anticapitalista en él. Como es lógico, será una descripción fragmentaria, parcial e incompleta. Nos da igual, las cosas van demasiado rápido.

Lo primero que hay que decir es que el movimiento 15-M es un movimiento social real y, como tal, es tremendamente heterogéneo y contradictorio. Hay de todo y todo está en diferentes dosis. Es decir, todo lo que digamos aquí no debe tomarse como características definitorias absolutas, sino más bien como tendencias, matices, etc. Expresiones de un movimiento en construcción en cuyo seno hay luchas, tensiones y un continuo cambio.

Dicho esto, por su composición social y por las consignas que más se oyen en las asambleas y grupos de trabajo, así como por las opiniones de la gente que está continuamente publicitándolo en internet (twitter) podría decirse que, principalmente, es un movimiento ciudadanista y abiertamente demócrata. O mejor dicho, son este tipo de planteamientos de reforma política y social (reforma electoral, democracia real, mayor participación, crítica de los partidos políticos mayoritarios pero no del sistema representativo o los partidos en general...) los que, en general, aglutinan a más gente y manos alzadas a su alrededor.

Sin embargo, este contenido se expresa bajo formas asamblearias, que rechazan toda representación clásica (como por ejemplo, convertirse en otro partido político) y que reniegan de toda ideología, símbolo o forma política precocinada (desde partidos a banderas republicanas, pasando por las A circuladas). Hay una consigna que rula por twitter “Esto no va de izquierdas o derechas, sino de arriba y abajo”. Que, por el momento, apuesta mayoritariamente por la auto-organización, por la acción directa (no violenta) y la desobediencia civil, aunque no utilice estas palabras mágicas. La no-violencia es, de hecho, otra de las coordenadas fundamentales del 15-M, algo que, sin duda, es asumido colectivamente sin discusión. Entraremos en esto más adelante.

Todo esto no quita para que en su seno se pueda ver claramente una “lucha de poder” entre diferentes “facciones”, organizadas o no. Miembros y militantes de partidos políticos de izquierdas, miembros de los movimientos sociales, libertarios, gente normal y corriente “indignada” que va con su propia visión del mundo, etc. todos pugnan en su interior a todos los niveles, desde la orientación ideológica o práctica del movimiento, al control (y en muchos casos, manipulación) de las asambleas, comisiones, etc. En muchas comisiones y grupos se está viendo de todo: pérdidas casuales de actas, personalismos, gente que se aferra a las portavocías, delegados que se callan cosas en las asambleas generales, comisiones que se saltan acuerdos, grupitos que quieren mantener el chiringuito, etc. Muchas, seguro,
fruto de la inexperiencia y los egos; otras, parecen directamente sacadas de los viejos manuales de manipulación de asambleas.

Alrededor de esta lucha, está también toda la gente que se acerca por allí. Gente que se acerca a participar, a escuchar, a ser escuchado, a aportar comida u otros materiales, a ver qué pasa, o simplemente a echarse unas fotos en plan turista en su propia ciudad. Bajo las carpas de Sol uno tiene la sensación de estar en un gran bazar en el que no se vende ni se compra nada.

Por otro lado, uno de los grandes problemas de las acampadas es la dificultad de participar en ella plenamente: no todo el mundo puede ir al centro todos los días, ni todo el mundo puede quedarse a dormir, ni todo el mundo puede participar habitualmente en las comisiones, etc. Esto sin duda puede favorecer la creación de liderazgos informales, camarillas, cosas raras y sesgos extraños que la gente, que gilipollas no es, lo va a notar, lo va a comentar y a actuar en consecuencia. De hecho, una posible consecuencia de quién está llevando el mayor peso del campamento (y también de quién está más habituado a ir y proponer actividades) es la progresiva guetización que ha sufrido la acampada el fin de semana. Comparada con el ambiente de encuentro y de protesta de los días más intensos (especialmente el viernes, dada la expectación por la prohibición de la Junta Electoral Central) el fin de semana la cosa perdió fuelle y comenzó a notarse un ambiente más lúdico y menos de protesta, a pesar de que las comisiones, subcomisiones y grupos de trabajo siguieron funcionando. A ratos, #acampadasol parece estar reproduciendo lo peor y más banal de las okupas del gueto: talleres, conciertos, batucadas, comedores, actuaciones, clowns, etc. a costa de sus aspectos iniciales, mucho más marcadamente de protesta, política e “indignación” (por pro-demócrata y limitada que fuese). En twitter, que no olvidemos que tiene gran culpa del ascenso del movimiento 15-M y del campamento de Sol, se está filtrando ese descontento en mucha gente, que no ve con buenos ojos esta deriva. Un ejemplo claro de ese descontento que tuvo lugar el fin de semana fue el tema botellón sí-botellón no, el sábado una de las asambleas tuvo que irse de Sol por la cantidad de gente que estaba a su pedo, y el tema de las batucadas, que el domingo obligaron incluso a aplazar a alguna asamblea que no oía con tanto ruido (aunque hay que decir, que las batucadas tuvieron bastante seguimiento, igual que el botellón).

Es obvio que el movimiento 15-M no es una revolución, eso es de primero de militancia, y quien lo critique en base al hashtag #spanishrevolution con el que se extendió inicialmente debería darse cuenta de que era una mezcla de marketing, gracieta e ilusión. Sin más.

El último apunte que queríamos hacer es lo que, para nosotrxs, quizás sea lo más importante que hemos visto junto con su marcado carácter asambleario y horizontal (con todos sus defectos, que son muchos): el cambio brutal de actitud que hemos podido observar en los alrededores de Sol durante toda esta semana. Recapitulemos. Tras la multitudinaria manifestación inicial del 15 de mayo y, especialmente, tras el desalojo de los primeros acampados, la gente ha tomado masivamente noche tras noche la Puerta del Sol de una manera que ninguno de nosotrxs habíamos visto nunca. Las movilizaciones contra la guerra, aunque alguna fuera más masiva, no tuvieron, ni de lejos, la continuidad, participación, actitud y ambiente que hemos visto esta semana en Sol. Es como si, de repente, la pasividad y el ir cada uno a lo suyo se hubiesen roto alrededor del Km. 0. Repartir panfletos en Sol y sus calles aledañas es una gozada, la gente te entra para pedirte que le des uno, los coge con una sonrisa, te pregunta, te da las gracias... Los primeros días, si hacías un corrillo para hablar de algo, la gente arrimaba la oreja para intervenir, para escuchar. Ha sido normal ver a la gente de lo más variopinta discutiendo en pequeños grupetes. Los grupos de trabajo y las asambleas generales son acontecimientos masivos de entre 500, 600 y 2000 personas (sentadas, de pie, arrejuntándose para oír algo), etc. Y aparte de esto, esa sensación permanente de buen ambiente, de “esto es algo especial”. Todo esto alcanzó su punto álgido la noche del viernes al sábado, cuando empezó la jornada de reflexión. Escuchar a más de 20.000 personas gritar “Somos ilegales” y disfrutar como niños de saltarse la ley, la verdad, impresiona. Bien es cierto que ese ambiente intenso, de participación y de política real empezó a decaer a partir de esa noche. En parte por el subidón del viernes noche, en parte por la decisión de “no hacer política” durante el sábado y el domingo, el fin de semana ha tenido un tono mucho más festivo, más “circense” que los días anteriores. Aun así, nosotrxs no recordamos nada parecido, la verdad.

2. Lo que no está en juego. Una visión estratégica.

Dicho esto, ¿qué pintamos los anarquistas por allí? Para cualquier libertario con dos dedos de frente, afortunadamente la gran mayoría, es evidente que es necesario estar allí, que ahí hay tema. Lo que ninguno tenemos tan claro es qué podemos hacer, qué podemos aportar y qué podemos esperar del movimiento 15-M. Y es lógico, dada la heterogeneidad y contradicciones que abarca. En esta sección vamos a intentar expresar cómo y en qué sentido vemos nosotrxs que puede ser interesante participar y aportar en dicho movimiento. Decimos visión estratégica porque es una visión general, que intentaremos acotar más adelante con propuestas concretas y algunas consideraciones tácticas.

La mayor parte del proceso que se desarrolla actualmente en el movimiento del 15-M consiste en tratar de encontrar las consignas y reivindicaciones políticas que van a definirlo. Ese proceso se está dando tanto en los grupos de trabajo como en las propias comisiones. En los primeros está más el debate y la pelea ideológica, en algunas de las segundas, en las que se concretan dichos debates, es donde se están viendo las artimañas, tejemanejes, etc. No hay que ser muy listo para saber dónde está el lio: comisiones como comunicación, interna, asamblea y política son donde uno se va a encontrar mayor número de políticos por metro cuadrado. Mientras que en comisiones como infraestructura, alimentación o respeto, las cuchilladas serán mucho menores. Ojo, que no estamos diciendo que en las comisiones sólo se esté haciendo esto, pero algunas cosas que hemos visto o nos han contado tienen tela.

Como hemos dicho anteriormente, las reivindicaciones con mayor eco en #acampadasol son las de reforma política y, en menor medida, social, de gran contenido ciudadanista: reforma de la ley electoral, una ley de responsabilidad política, mayor participación, ley de dación en pago de las hipotecas, etc. Los miembros y militantes de partidos de izquierda (IU, IA, etc.) y movimiento sociales están tratando de virar el barco más hacia la izquierda, para que asuma reivindicaciones clásicas de la izquierda (desde la renta básica o la condonación de la deuda externa, a la nacionalización de la banca) aunque en frente tienen a los que prefieren que el movimiento sea lo más neutral posible (por ejemplo, http://twitpic.com/51lyqa) y se centre en un #consensodeminimos básico[1]. En nuestra opinión, creemos que lo más probable es que el objetivo final de unos y otros sea que, o bien mediante algún tipo de Iniciativa Legislativa Popular[2] o bien de la mano de algún partido político, seguramente IU, se presente una propuesta al Congreso y se pida su aprobación mediante un referéndum. En este sentido, unos y otros se juegan los contenidos de dicha propuesta y seguramente cómo se va a hacer, pero en un momento dado pueden confluir en ciertos puntos básicos.

Obviamente, los anarquistas estamos convencidos de que si se lograran algunas de estas reformas, aun cambiando algunos de los “defectos” del sistema que más sulfuran a la gente, no van a modificar para nada lo esencial. El problema no es la corrupción política, sino la política como esfera separada de la vida, el problema no es la falta de transparencia de los gobiernos, son los propios gobiernos, y el problema no es la banca y los banqueros, sino la explotación capitalista: la grande, y la pequeña.

Dicho esto, creemos que los anarquistas ni estamos ni deberíamos estar en esa pelea, la de las reivindicaciones grandilocuentes y la política de altos vuelos. No deberíamos entrar en ese juego, aunque si queremos estar en las asambleas debemos asumir que tendremos que tragar y enfrentarnos a ello. A nosotrxs no se nos ha perdido nada en ese tablero. El movimiento del 15-M no es un movimiento anarquista o anticapitalista, así que las reivindicaciones anarquistas maximalistas están fuera de lugar. No tiene sentido luchar por que las asambleas generales asuman cosas como la autogestión generalizada, la abolición de las cárceles o incluso simplemente la huelga general indefinida, porque es evidente que la gente que está ahí y la gente que lo sigue con expectación y simpatía no está por eso. Suponiendo (y es mucho suponer) que por alguna extraña razón, o tejemaneje, se consiguiese que la asamblea general o las asambleas de los barrios aceptasen y asumiesen como propia alguna de estas consignas, lo más seguro es que el movimiento 15-M se desinflaría rápidamente, perdiese buena parte de sus apoyos y simpatías, y se quedase en un extraño cóctel frentepopulista de militantes izquierdistas, ciudadanistas, comunistas y anarquistas. Es decir, justo lo que siempre hemos criticado y donde nunca hemos querido estar. En política existe un término que se llama “votar con los pies”, significa que cuando no te gusta la gestión de un lugar, simplemente te vas a otro lado. Algo parecido pasa en todas las asambleas, hay mucha gente que cuando algo no le gusta o no se siente cómodo, se calla, agacha la cabeza y deja de pasarse, sin reflejar su descontento.

¿Por qué ocurre todo esto? Pues porque los movimientos reales suelen ser bastante complejos. Tienen su composición, su idiosincrasia y sus desarrollos, y, sobre todo, porque no se puede pretender que la gente se haga anarquista de la noche a la mañana. Ninguno de nosotrxs hemos llegado a serlo rápida e indoloramente, sino a base de equívocos, ilusiones, incoherencias, desengaños, debates, frustraciones, flipaduras y de darnos muchas veces de bruces contra el suelo (a veces en un sentido literal, con un policía encima). Da igual que en estas ocasiones, las personas y las cosas cambien vertiginosamente. Lo sentimos, pero creemos que, simplemente, no funcionará.

Tenemos que ser conscientes de la representatividad de las comisiones frente a las personas que integran la movilización. Esto se vio claramente en la comisión de Política, que en el momento de mayor auge pudo aglutinar unas 350 personas entre las dos subcomisiones (corto y largo plazo), está claro que las asambleas son abiertas y todos y todas podrían participar en ellas pero lo cierto es que al final se han convertido en dos subcomisiones que aparentemente se han separado por fases temporales, pero que realmente marcan dos postulados muy diferentes, el “reformista” y el “revolucionario”, entre los que están exigiendo y legitimando a las estructuras de poder con pequeñas (o grandes) reformas legislativas, y los que quieren marcar una hoja de ruta de ruptura con el modelo impuesto por el capitalismo.

Esto es un grave error ya que medidas “revolucionarias” o radicales, puede haberlas a corto plazo y a largo, sólo hay que tener claro de contexto actual y los pasos que queremos dar. Por citar un ejemplo, en la Comisión a Corto Plazo se plantean cambios en la Constitución española, y en la Comisión de Largo Plazo consensos como huelga general. No creemos que un cambio en la Constitución (necesita la aprobación de 3⁄4 partes del Congreso de los Diputados) sea mucho más factible a corto plazo que convocar una huelga general (que es más una herramienta de lucha que un fin en sí mismo), por mucho que esto sea, a día de hoy, bastante complicado.

Creemos necesaria una reflexión sobre nuestra implicación en las comisiones, intentar que sean eficientes y el desgaste y el derroche de energías esté bien canalizado. No sirve de nada que 200 personas con un ideario “similar” se junten y marquen un rumbo que no sea ni asumible por este movimiento (a día de hoy) ni dejar que las exigencias a corto plazo sean simplemente un alegato a fortalecer el estado del bienestar... En dicha reflexión deberíamos hacer una autocrítica y plantearnos de forma inmediata propuestas a corto y largo plazo asumibles y que caminen o que nos hagan avanzar pasitos hacia una revolución social de verdad, ya que si no terminaremos en la inanición propia de un grupo de personas que están por encima del momento. Deberíamos mostrar cierta inteligencia y sumarnos de forma real a la ilusión de cambio que se respira estos días por la puerta del Sol, a ver si entre todos conseguimos que ese cambio vaya un poco más allá de cuatro arreglos en la fachada de la democracia.

Entonces ¿qué otras opciones tenemos?

Seguro que muchos se habrán planteado, o incluso se habrán encontrado haciéndolo casi sin darse cuenta, lo que podríamos llamar rebajar el discurso, es decir, edulcorar nuestras propuestas a ver si con un poco de azúcar pasan mejor. Por ejemplo, jugando un interesado confusionismo semántico que habla de “democracia directa” en vez de “anarquía”, tragar con todo lo que tengamos que tragar para mantener la historia en el tiempo, etc., etc.

Otra opción es abandonar el chiringuito por reformista. Tal y como nosotrxs lo vemos esto es simplemente absurdo. Básicamente porque ni actualmente ni a lo largo de la historia, los movimientos revolucionarios brotan de la nada o surgen solos, sino que son los propios revolucionarios, y los acontecimientos, los que con su esfuerzo y tesón a veces consiguen que los movimientos sociales dejen de ser el coto de partidos, aprovechados, etc.

Aunque hablaremos de esto más adelante, dejemos claro que nuestra idea no es convertir el movimiento 15-M en un “movimiento revolucionario” de masas, algo igual de peliculero que pensar que la anarquía vendrá mañana si lo deseamos con suficiente fuerza. Tampoco estamos diciendo que tengamos que estar por estar hasta el final. Tenemos bastante claro que, si no hacemos las cosas bien, en algún momento habrá que irse o, también bastante probable, nos acabarán echando. Pero nos parece obvio que ese momento no ha llegado aún, que todavía hay oportunidades de aportar y participar en esta historia, sobre todo de cara a la convocatoria de asambleas populares en los barrios.

Sirva esto para dejar claro que no somos unos ilusos, a los que el 15-M les ha nublado la vista o que han cerrado sus chiringuitos “por revolución” (más marketing), sino simplemente somos anarquistas que hemos visto una oportunidad clara, la primera en muchos años, de participar en un movimiento real de tamaño considerable.


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